La globalización, ese término omnipresente en nuestras conversaciones económicas desde los años 90, es mucho más que una simple palabra de moda. Se trata de un fenómeno complejo que ha transformado fundamentalmente nuestro mundo, tejiendo una intrincada red de conexiones económicas, políticas y culturales que trascienden fronteras y desafían nuestras nociones tradicionales de nación y comunidad.
Como estudiante de economía, he sido testigo de cómo este fenómeno ha moldeado debates, políticas y la vida cotidiana de personas en todo el mundo. La globalización, en esencia, representa la creciente interdependencia de las economías mundiales, impulsada por el comercio transfronterizo de bienes, servicios, tecnología y flujos de inversión (Stiglitz, 2002).
Contexto histórico
Cuando se habla de globalización, muchos piensan que es un fenómeno reciente, nacido en la era digital. Pero, amigos míos, esto es como decir que el fútbol comenzó con Messi y Cristiano Ronaldo. La verdad es que la globalización tiene raíces mucho más profundas y antiguas de lo que la mayoría imagina.
Línea del Tiempo de la Globalización
Los primeros pasos: de la Ruta de la Seda a los descubrimientos
Podríamos argumentar que los primeros atisbos de globalización se remontan a las antiguas rutas comerciales como la Ruta de la Seda. Imaginen por un momento a un mercader chino intercambiando seda por especias indias, que luego serían vendidas en los mercados de Roma. Eso, amigos, ya era una forma primitiva de globalización (Frankopan, 2015).
Pero el verdadero impulso llegó con la Era de los Descubrimientos en los siglos XV y XVI. Cuando Colón tropezó con América (porque, seamos honestos, no era exactamente a donde se dirigía) y Vasco da Gama llegó a la India por mar, el mundo comenzó a encogerse. De repente, productos, ideas y, tristemente, también enfermedades, comenzaron a viajar por todo el globo a una escala sin precedentes (Marks, 2006).
La Revolución Industrial: el motor se enciende
Ahora bien, si los descubrimientos fueron el pistón de arranque, la Revolución Industrial fue el motor que realmente puso en marcha la máquina de la globalización. A mediados del siglo XVIII, algo extraordinario comenzó a suceder en Inglaterra. Las máquinas empezaron a hacer el trabajo que antes hacían las manos humanas, y la productividad se disparó como un cohete.
Piénsenlo así: antes, hacer una camisa podía llevar días. Con las nuevas máquinas textiles, podías hacer docenas en el mismo tiempo. De repente, Inglaterra estaba produciendo más de lo que podía consumir. ¿Y qué hace un país con exceso de producción? Busca nuevos mercados, por supuesto (O’Rourke & Williamson, 2001).
Esta búsqueda de nuevos mercados, combinada con avances en el transporte como el ferrocarril y los barcos de vapor, llevó a una expansión masiva del comercio internacional. Las colonias se convirtieron en fuentes de materias primas y en mercados para los productos manufacturados. El mundo estaba cada vez más interconectado, y el ritmo solo iba a acelerarse.
El siglo XX: de guerras mundiales a la aldea global
El siglo XX fue como una montaña rusa para la globalización. Comenzó con un mundo altamente integrado, con niveles de comercio internacional que no se volverían a ver hasta la década de 1970 (Hirst et al., 2009). Pero entonces llegaron las guerras mundiales y la Gran Depresión, y el proceso de globalización se detuvo en seco.
Sin embargo, como el ave fénix, la globalización resurgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Los líderes mundiales, determinados a evitar otra guerra catastrófica, establecieron instituciones como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estos organismos tenían como objetivo fomentar la cooperación internacional y la estabilidad económica (Stiglitz, 2002).
Al mismo tiempo, los avances tecnológicos estaban acelerando el ritmo de la globalización. La invención del contenedor de carga estandarizado en la década de 1950 revolucionó el transporte marítimo, reduciendo drásticamente los costos del comercio internacional (Levinson, 2006). Y ni hablar de la revolución en las comunicaciones: del telégrafo al teléfono, y finalmente a Internet, cada avance hacía que el mundo pareciera un poco más pequeño.
La era digital: la globalización al alcance de un clic
Y así llegamos a nuestra era, la era digital. Si la Revolución Industrial fue el motor de la globalización, Internet es su turbo. De repente, no solo los bienes y el capital pueden moverse instantáneamente alrededor del mundo, sino también las ideas, la cultura y la información.
Hoy en día, un programador en Medellín puede trabajar para una empresa en Silicon Valley, un estudiante en Lagos puede tomar un curso en línea de una universidad de Londres, y todos podemos ver el último episodio de nuestra serie favorita al mismo tiempo, sin importar en qué parte del mundo estemos (Friedman, 2005).
Esta nueva fase de la globalización ha traído oportunidades sin precedentes, pero también desafíos únicos. La desigualdad, la pérdida de empleos debido a la automatización, la erosión de las culturas locales, los desafíos a la privacidad y la seguridad en línea… todos estos son problemas que tendremos que abordar en los próximos años.
Reflexión final sobre el contexto histórico
Así que, la próxima vez que alguien les diga que la globalización es un fenómeno nuevo, pueden sonreír sabiamente y decirles: “Amigo mío, la globalización es como el vino: ha estado fermentando durante siglos, y solo ahora estamos sintiendo realmente sus efectos”.
La globalización no es un evento, es un proceso. Un proceso que ha estado en marcha durante siglos y que continúa evolucionando. Entender su historia nos ayuda a comprender mejor sus impactos actuales y a prepararnos para sus desafíos futuros. Porque, como dijo una vez el filósofo George Santayana, “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” (Santayana, 1905).
Dimensiones de la globalización
Cuando hablamos de globalización, es fácil pensar solo en el aspecto económico. Ya saben, multinacionales, libre comercio, ese tipo de cosas. Pero la globalización es como una de esas cajas de chocolates surtidos: tiene muchos sabores diferentes, y algunos pueden sorprenderte. Vamos a sumergirnos en las principales dimensiones de este fenómeno que está cambiando nuestro mundo más rápido que un meme viral.
Económica: El motor que mueve el mundo
La dimensión económica es, sin duda, la estrella del show de la globalización. Es como el reggaetón en una fiesta latina: no puedes ignorarlo aunque quieras.
Libre comercio: Derribando muros (comerciales)
En el corazón de la globalización económica está el impulso hacia el libre comercio. Es como si el mundo entero hubiera decidido organizar un mercado de pulgas gigante, donde todos pueden comprar y vender. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido como el organizador de este mercado global, trabajando para reducir aranceles y eliminar barreras comerciales (WTO, 2021).
Pero, ojo, no todo el mundo está feliz con esta gran feria del comercio. Algunos argumentan que beneficia principalmente a los países ricos y a las grandes corporaciones, dejando a los pequeños productores y a las economías en desarrollo en desventaja (Stiglitz, 2017).
Empresas transnacionales: Los nuevos conquistadores
Hablando de grandes corporaciones, las empresas transnacionales son como los nuevos conquistadores de nuestro tiempo. En lugar de carabelas y espadas, usan logos y estrategias de marketing. Gigantes como Amazon, Apple o Coca-Cola operan en tantos países que a veces es difícil saber de dónde son realmente (UNCTAD, 2020).
Estas mega-corporaciones tienen un poder económico que a veces supera el de muchos países. Es como si tu vecino de repente tuviera más dinero que todo tu barrio junto. Esto plantea preguntas interesantes sobre el equilibrio de poder en la economía global y la responsabilidad corporativa.
Instituciones financieras internacionales: Los árbitros del juego global
Y no podemos olvidarnos de los árbitros de este juego económico global: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Estas instituciones son como los tíos ricos que te prestan dinero, pero con condiciones. Han jugado un papel crucial en la gestión de la economía globalizada, pero sus políticas no están libres de controversia, especialmente cuando se trata de países en desarrollo (Woods, 2006).
Política: Cuando las fronteras se vuelven borrosas
La globalización no solo ha cambiado cómo compramos y vendemos, también ha transformado cómo nos gobernamos. Es como si las líneas en el mapa del mundo se estuvieran volviendo cada vez más borrosas.
Organismos internacionales: La ONU no es solo para el Día de la Paz
El auge de organismos internacionales como las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE) es un claro ejemplo de cómo la política se ha globalizado. Estas instituciones son como los clubes de debate del mundo, donde los países se reúnen para discutir y (con suerte) resolver problemas que afectan a todos, desde el cambio climático hasta los conflictos armados (Held & McGrew, 2007).
Soberanía nacional: ¿Quién manda aquí?
Pero este nuevo orden mundial plantea desafíos interesantes a la idea tradicional de soberanía nacional. Es como si los países fueran adolescentes que quieren ser independientes, pero todavía necesitan pedir prestado el carro a sus padres. Los estados se encuentran cada vez más limitados en su capacidad para tomar decisiones de forma unilateral, especialmente en áreas como la política económica o medioambiental (Rodrik, 2011).
Movimientos transnacionales: Activismo sin fronteras
Y no olvidemos los movimientos políticos y sociales transnacionales. Desde los ambientalistas hasta los defensores de los derechos humanos, estos grupos están utilizando las herramientas de la globalización para crear redes de activismo que trascienden las fronteras nacionales. Es como si el mundo entero fuera una gran plaza de protestas (Tarrow, 2005).
Cultural: Cuando el mundo es un gran crisol
Quizás el aspecto más visible (y sabroso) de la globalización para el ciudadano promedio sea su impacto cultural. Es como si el mundo entero fuera un gran buffet donde puedes probar un poco de todo.
Fusión cultural: El mundo en tu plato (y en tu playlist)
Hoy en día, puedes comer sushi en São Paulo, ver películas de Bollywood en Boston, o escuchar reguetón en Tokio. La música, la gastronomía, el cine y otras formas de expresión cultural fluyen libremente a través de las fronteras, creando una especie de “cultura global” que es como una ensalada de frutas culturales (Appadurai, 1996).
Lengua franca: El inglés es el nuevo latín
El inglés se ha convertido en la lingua franca de nuestro tiempo. Es como si el mundo entero hubiera decidido que “OK” y “selfie” son palabras universales. Esto facilita la comunicación global, pero también plantea preguntas sobre la preservación de la diversidad lingüística (Crystal, 2003).
Turismo masivo: El mundo es un pañuelo (lleno de turistas)
El turismo masivo es otro aspecto de la globalización cultural. Antes, viajar al otro lado del mundo era una aventura épica. Ahora, con vuelos low-cost y Airbnb, puedes desayunar en París y cenar en Tokio (si tu billetera lo permite, claro). Esto ha llevado a un intercambio cultural sin precedentes, pero también ha planteado desafíos en términos de sostenibilidad y preservación de culturas locales (Urry, 2002).
Tecnológica: El mundo en la palma de tu mano
No podemos hablar de globalización sin mencionar la revolución tecnológica que la ha impulsado. La tecnología es como el Red Bull de la globalización: le da alas.
Internet: La telaraña mundial
Internet ha sido el gran catalizador de la globalización moderna. Ha creado un espacio donde las ideas, la información y los memes de gatos pueden viajar instantáneamente alrededor del mundo. Es como si hubiéramos construido un sistema nervioso global (Castells, 2010).
Redes sociales: Conectando personas (y propagando fake news)
Las redes sociales han llevado esta conectividad al siguiente nivel. Ahora puedes chatear con tu amigo en Australia, seguir a tu cantante favorito en Twitter, y discutir con desconocidos en los comentarios de YouTube, todo sin salir de tu cama. Esto ha creado nuevas formas de conectividad global, pero también ha planteado desafíos en términos de privacidad y desinformación (van Dijck, 2013).
Inteligencia Artificial y Big Data: El futuro ya está aquí
Y ni siquiera hemos empezado a ver el impacto total de tecnologías como la Inteligencia Artificial y el Big Data. Estas tecnologías prometen (o amenazan, dependiendo de a quién le preguntes) revolucionar todo, desde cómo trabajamos hasta cómo nos relacionamos. Es como si estuviéramos en los primeros minutos de una película de ciencia ficción, y todavía no sabemos si va a ser utópica o distópica (Harari, 2018).
Reflexión sobre las dimensiones de la Globalización
Como pueden ver, la globalización es mucho más que solo economía. Es un fenómeno multidimensional que está transformando cada aspecto de nuestras vidas, desde lo que comemos hasta cómo pensamos. Es emocionante, aterrador, y a veces un poco confuso, como montar en una montaña rusa con los ojos vendados.
Entender estas diferentes dimensiones es crucial para navegar en nuestro mundo cada vez más interconectado. Porque, amigos míos, nos guste o no, todos somos parte de este gran experimento llamado globalización. Y como dijo una vez el filósofo Marshall McLuhan, “Primero moldeamos nuestras herramientas, y luego nuestras herramientas nos moldean a nosotros” (McLuhan, 1964).
Ventajas y desventajas de la globalización
Amigos, hablar de los impactos de la globalización es como abrir la caja de Pandora, pero en vez de males, sale una mezcla de bendiciones y maldiciones. Es como esa tía que viene de visita: trae regalos, pero también desordena toda la casa. Vamos a desentrañar este lío y ver qué tenemos realmente entre manos.
Ventajas: El lado brillante de la moneda
Crecimiento económico: Cuando la torta se hace más grande
Los defensores de la globalización señalan, con razón, su papel en impulsar el crecimiento económico global. Es como si el mundo entero hubiera estado haciendo CrossFit económico. El comercio internacional ha crecido exponencialmente, contribuyendo a un aumento significativo del PIB mundial (World Bank, 2020).
Imaginen esto: en 1990, el comercio internacional representaba alrededor del 39% del PIB mundial. Para 2019, esa cifra había saltado al 60% (World Bank, 2021). Es como si hubiéramos pasado de una economía de barrio a un mercado global en esteroides.
Reducción de la pobreza: Sacando gente de la olla
Uno de los argumentos más fuertes a favor de la globalización es su impacto en la reducción de la pobreza. Millones de personas han salido de la pobreza, especialmente en países en desarrollo como China e India (Dollar & Kraay, 2002).
Es como si la globalización fuera un ascensor económico gigante. No todos han llegado al penthouse, pero muchos han subido unos cuantos pisos. Según el Banco Mundial, la proporción de la población mundial que vive con menos de $1.90 al día (el umbral de pobreza extrema) cayó del 36% en 1990 al 10% en 2015 (World Bank, 2018).
Difusión de la tecnología y el conocimiento: La era de la información para todos
La globalización ha acelerado la difusión de la tecnología y el conocimiento. Es como si el mundo entero fuera una gran clase y todos estuviéramos en un intercambio de conocimientos perpetuo.
Hoy en día, una innovación en Silicon Valley puede estar siendo aplicada en Bangalore en cuestión de días. Un estudiante en Lagos puede tomar un curso en línea de una universidad de élite sin salir de su casa. Es la democratización del conocimiento en acción (Friedman, 2005).
Mejora en la calidad de vida: Vivir como reyes (bueno, casi)
La globalización ha contribuido a mejorar la calidad de vida en muchas partes del mundo. El acceso a productos más baratos y variados, mejores servicios de salud, y avances en educación son solo algunos ejemplos.
Piensen en esto: hoy en día, con un smartphone de gama media, tienes más poder de cómputo en tu bolsillo del que se usó para llevar al hombre a la Luna. Y todo gracias a las cadenas de suministro globales y la difusión tecnológica (Rodrik, 2011).
Desventajas: La otra cara de la moneda
Aumento de la desigualdad: Cuando unos suben y otros bajan
Aquí es donde las cosas se ponen complicadas. Mientras que algunos se han beneficiado enormemente de la globalización, otros se han quedado atrás, llevando a un aumento de la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos (Milanovic, 2016).
Es como si la globalización fuera una fiesta, pero no todos recibieron la invitación. O peor aún, algunos llegaron a la fiesta solo para descubrir que se habían acabado los bocadillos. Según Oxfam (2020), el 1% más rico del mundo posee más del doble de la riqueza que 6.900 millones de personas.
Pérdida de empleos y desplazamiento laboral: Cuando los robots se quedan con tu trabajo
La globalización, junto con la automatización, ha llevado a la pérdida de empleos en ciertos sectores, especialmente en las economías desarrolladas. Es como si estuviéramos jugando a las sillas musicales, pero cada vez que para la música, hay menos sillas.
Industrias enteras se han trasladado a países con mano de obra más barata, dejando a muchos trabajadores en el desempleo. Y con la automatización acelerándose, incluso esos trabajos de bajo costo están en peligro (Dorn et al., 2016).
Impacto ambiental: Cuando el planeta paga la cuenta
El aumento del comercio internacional y la producción global han tenido un costo ambiental significativo. Es como si estuviéramos organizando una fiesta genial, pero destrozando la casa en el proceso.
El incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación para la agricultura industrial, y la contaminación asociada con el transporte global son solo algunos de los problemas ambientales exacerbados por la globalización (IPCC, 2014).
Homogeneización cultural: Cuando el mundo se vuelve una gran franquicia
Algunos temen que la globalización esté llevando a una homogeneización cultural, con la cultura occidental (particularmente la estadounidense) dominando. Es lo que algunos llaman la “McDonaldización” del mundo (Ritzer, 2018).
Imaginen un mundo donde cada ciudad tiene el mismo skyline, las mismas tiendas, los mismos restaurantes. Suena conveniente, pero ¿dónde queda la diversidad cultural que hace que viajar sea emocionante?
Vulnerabilidad a crisis globales: Cuando estornuda Wall Street, el mundo se resfría
La interconexión global significa que las crisis pueden propagarse rápidamente por todo el mundo. La crisis financiera de 2008 y la pandemia de COVID-19 son ejemplos perfectos de cómo los problemas en una parte del mundo pueden tener efectos devastadores en todo el planeta.
Es como si el mundo fuera un gran dominó: cuando cae una pieza, todas las demás están en riesgo (Stiglitz, 2010).
Reflexión sobre ventajas y desventajas de la globalización
Como pueden ver, los impactos de la globalización son tan variados como controvertidos. Es como una de esas películas que te dejan pensando días después de verla. ¿Es buena? ¿Es mala? Depende de a quién le preguntes y desde qué ángulo lo mires.
Lo que está claro es que la globalización ha transformado fundamentalmente nuestro mundo, para bien y para mal. Ha creado oportunidades sin precedentes, pero también ha planteado desafíos enormes.
Como dijo una vez el economista Dani Rodrik, “La globalización es un poco como el fuego. Usado sabiamente, puede cocinar tu comida, mantener tu casa caliente y encender tu motor. Usado imprudentemente, puede quemar tu casa” (Rodrik, 2011).
El desafío que enfrentamos ahora es cómo aprovechar los beneficios de la globalización mientras mitigamos sus efectos negativos. No es una tarea fácil, pero hey, nadie dijo que cambiar el mundo sería pan comido.
Desafíos y preguntas sin resolver
A medida que avanzamos en el siglo XXI, la globalización sigue planteando numerosos desafíos y preguntas. ¿Cómo afectará la automatización y la inteligencia artificial a los mercados laborales globales? ¿Cómo pueden los países equilibrar los beneficios de la integración global con la necesidad de proteger a los trabajadores y las industrias locales? ¿Cómo podemos abordar problemas globales como el cambio climático en un mundo de naciones soberanas?
Estas son preguntas complejas que requieren un análisis cuidadoso y un debate continuo. Como futuros economistas y posibles responsables políticos, nuestro desafío es encontrar formas de aprovechar los beneficios de la globalización mientras mitigamos sus efectos negativos.
Conclusión
La globalización es un fenómeno multifacético que ha transformado fundamentalmente nuestro mundo. Si bien ha traído beneficios significativos en términos de crecimiento económico y reducción de la pobreza, también ha planteado desafíos importantes en términos de desigualdad, sostenibilidad ambiental y preservación cultural.
Creo que el camino a seguir no es ni abrazar ciegamente la globalización ni rechazarla por completo. En cambio, necesitamos un enfoque matizado que reconozca tanto sus beneficios como sus desventajas. Esto implica trabajar hacia una forma más inclusiva y sostenible de globalización, una que equilibre los intereses de diferentes grupos y tenga en cuenta las preocupaciones ambientales y sociales.
La globalización es complicada, por decirlo suavemente. Pero es precisamente esta complejidad la que la hace un tema tan fascinante y crucial para nuestro tiempo. A medida que continuamos navegando por este mundo interconectado, debemos mantener un diálogo abierto y crítico sobre el futuro que queremos crear.
Referencias
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